Este 18 de julio, el calendario litúrgico celebra en su santoral a San Federico de Utrecht, obispo y mártir del siglo IX, recordado por su firmeza ética y por enfrentarse a la corrupción aun a costa de su vida. Federico fue asesinado en el año 838, probablemente por órdenes de la emperatriz Judit, a quien había criticado abiertamente por su conducta.

Considerado patrono de quienes trabajan por la paz y la verdad, San Federico es una figura que cobra vigencia en tiempos de crispación social y política. En distintas parroquias europeas, especialmente en los Países Bajos —su lugar de origen—, se lo recuerda con misas y plegarias especiales.

Pero no es el único santo del día. También se conmemora a:

Santa Marina de Bitinia, virgen mártir del siglo IV, cuya historia está envuelta en leyendas sobre fe, coraje y milagros. Es venerada especialmente en Oriente, y se le atribuyen curaciones y protección contra enfermedades.

San Arnulfo de Metz, noble franco y monje benedictino, uno de los fundadores espirituales de la dinastía carolingia. Es también conocido como patrono de los cerveceros, ya que promovía el consumo de cerveza como alternativa segura al agua insalubre de la época.

Beato Andrés Zorard, eremita polaco del siglo XI, que vivió en completa soledad y penitencia en una cueva cercana al río Váh, en lo que hoy es Eslovaquia.

El santoral no solo invita a recordar figuras religiosas, sino también a reflexionar sobre los valores que representaron: la verdad, la fe, la humildad y la entrega al otro. Una inspiración posible en medio de la vida moderna.